TRADICIONES

 

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TRABAJOS VARIOS
 

* Los hornos de pan

* Hacer jabón

* Ir a lavar al reguero

* Métodos de reparación

* Hacer adobes

* Cortar leña en el monte

* Tocar las campanas

 




TRABAJOS VARIOS

 

 

ECHAR PIEZAS Y REMIENDOS

Cuando las piezas de vestir o la ropa del hogar tenían un agujero (que podía ser, rasgón, siete, etc.) se procedía a su reparación echando una pieza o remiendo.

Se cosía un trozo de tela nueva cubriendo la parte rota; a continuación se cortaban las cuatro esquinas al biés y se remataba remetiendo la tela y rematándola con un dobladillo.

En realidad, la pieza y el remiendo eran una misma cosa, pero se utilizaba la primera palabra para denominar aquellas reparaciones que exigían mayor trozo de tela, como podía ser, por ejemplo, el coser un rasgón que su hubiera hecho en una sábana. El vocablo remiendo se solía emplear para referirse a piezas pequeñas.

 

ZURCIR

Se utilizaba el zurcido para arreglar aquellos agujeros que por sus pequeñas dimensiones no necesitaban ni remiendo ni pieza. Las piezas de la vestimenta que más se zurcían eran las medias y los calcetines.

Las medias y calcetines podían zurcirse introduciendo dentro un huevo de madera o una bombilla que se adaptaba a la forma de la pieza y que, de esta manera, facilitaba el cosido posterior. Si no se disponía de huevo de madera o de bombilla, se introducía la mano dentro de la media o calcetín con el fin de ahuecar el tejido.

Existían unos ovillos de hilo especial para esta labor, llamado hilo de zurcir y la reparación consistía en ir haciendo un entramado de arriba a abajo y de izquierda a derecha hasta cubrir la totalidad del agujero.

 

BLANQUEAR

Consistía este trabajo en pintar las paredes interiores de las casas. Se blanqueaba de vez en cuando el portal y las dependencias de la vivienda más utilizadas, y las vísperas de las fiestas patronales se procedía a blanquear la casa por completo.

Se iba a recoger tierra blanca y cal, especial para esta función de pintura. Se echaba una cantidad de esta tierra en una lata vacía de escabeche o en un orinal y se añadía agua, dando vueltas hasta que quedaba una masa compacta. Si se quería dar un tono azulado a la pintura, se añadía azulete (también llamado azulillo o añil). Y se procedía a pintar las paredes procurando extender uniformemente el/la "jalbiegue" con un trapo suave impregnado en la mezcla, o bien con una piel de conejo o con una camiseta o unos calzoncillos que estuvieran fuera de uso.

Para jalbegar el suelo y los zócalos de los portales se utilizaba tierra roja, también recogida en el campo, o bien se mezclaba la tierra blanca con ceniza con el fin de que adquiriese un tono gris oscuro. Si había grandes "excavones", se hacía una masa con "moñigas" y se recubrían éstos antes de proceder a su enjalbegado.

 

 


 

 

Métodos de reparación:

 

1. REPARACIÓN DE TAPIAS Y BARDERAS

Las tapias tienen un parecido al encofrado que se hace actualmente.

Primero, se ponía un tablón por cada lado, los cuales se colocaban dejando la distancia y grosor que se deseaba dar a las paredes. Cuando estaba preparados estos tablones, se echaba el barro entre medio. Una vez seco, se retiraban las maderas o tablones y quedaba formada la tapia. En primer lugar se ponían cuatro maderos "pingados", cuando ya estaban puestos, se colocaban otros atravesados y por último se colocaba encima de estos maderos leña de ramaje de enebro.  Este trabajo se hacía mayormente en colmenares o corrales de ganado.

 

Las barderas estaban hechas del ramaje de un árbol, y éstas se ponían encima de las paredes de adobe de los corrales y recintos sin techumbre. Este método era utilizado por la gente del pueblo porque así resguardaba dichas paredes de las inclemencias del tiempo. Para evitar que el viento o la lluvia se llevara las bardas, se colocaban encima piedras y trozos de teja que hicieran peso.

 

    2. RETEJAR

Retejar consistía en reemplazar las tejas rotas por otras nuevas, para evitar goteras, y colocar debidamente aquellas que se habían movido por efecto del viento o por el deambular de los gatos. Esto se realizaba en los tejados de las casas y en los corrales de los animales, siendo las tejas de barro cocido.

 

     3. EMBARRAR

El material que se utilizaba para embarrar era: tierra y paja amasada. En primer lugar se desplazaban a la dobera ó Anterrina para recoger la tierra; luego se amasaba las tierra mezclada con agua y paja y, con una herramienta llamada azadón, se removía toda la masa hasta que quedaba preparada para su utilización.

Esta masa se echaba con la paleta en las fachadas o paredes de casas y corrales para tapar los posibles huecos producidos por el desgaste y el paso del tiempo.

 

4. REPARAR COLLERAS Y OTROS APEROS CON LEZNA

Para reparar colleras u otros aperos con lezna se usaba una aguja que se caracterizaba por ser plana, grande y también por poseer un poco curvada la punta. Esta aguja se enhebraba con un hilo de bramante que previamente había sido encerado.

El objeto a coser podía ser de cuero o lona, y generalmente se usaba este método para reparar la parte posterior de colleras o collerones.

 

 


 

Ir a lavar:

Antes de que se hiciera el pozo "Artesiano" en Bercianos, y llegara el agua a las casas (>- 1976) se iba a lavar a los arroyos de los valles, éstos eran principalmente Santa María y Santa Lejandre, aquí también había unas charcas de ladrillo y cemento hechas para este fin; todavía existen hoy día (foto adjunta) y también una fuente con manantial, muy usada antiguamente.

Volviendo al "lavar", antiguamente también se lavaba en "La Fuente", que había unos lavaderos, acondicionado para este fin.

En aquellos años no había tanta sequía, y corría el agua por cualquier sitio. Había muchos manantiales por el campo.

Para lavar por el método antiguo se empleaban muchas horas.

 

IR A MOJAR: El primer día se iba a mojar (por lo general), que consistía en dar jabón y restregar la ropa. Una vez restregada o estregada -se decía de las dos formas- y quitada la primera suciedad, se aclaraba un poco y se volvía a dar jabón y restregar por segunda vez  la prenda bien escurrida. Generalmente se colocaba una piedra lisa al lado de la losa y se iban colocando las piezas ya restregadas una encima de la otra, haciendo un montón o rimero. Cuando se había acabado de mojar toda la ropa, se volvía a dar la segunda jabonada y se iba poniendo en el balde o cubo bastante apretada. Acabada esta faena, se cargaba la burra, que se colocaba en un lugar más bajo para que costase menos echar el balde encima y se llevaba la ropa a casa dejándola reposar hasta el día siguiente. . . . Se me olvidaba la famosa "taja" que era un instrumento de madera con dos clavos en la parte de abajo y principalmente se usaba para restregar la ropa cuando se iba a los valles donde se podía clavar perfectamente.

 

Los días posteriores se quitaba el jabón, aclaraba y listo. Para aclarar la gente solía ir muy temprano.

 


 

 

Horno de pan:

 

Para hacer un horno de pan primero se había de disponer de adobes adecuados. La elaboración de los adobes era la tradicional, pero el barro se había de echar en adoberas a propósito para este fin. Las adoberas no eran totalmente rectangulares, sino que tenían una forma ligeramente redondeada para que el adobe quedara un poco más largo por la parte de atrás que por la de delante. Los adobes quedaban más o menos como las piedras que componen un arco, porque los hornos eran totalmente circulares.

Para el suelo del horno se hacían baldosas bastante gruesas, con el mismo material (barro y paja molida) que los adobes y se secaban igualmente al sol. Las únicas diferencias consistían en que para hacer las baldosas se utilizaba la paja mucho más molida (a veces hasta se empleaba tamo, es decir, polvo de paja) y que éstas, una vez colocadas, se cocían al encender el horno y tomaban mayor consistencia que los adobes.

Con estos dos materiales, buena traza y mucha paciencia, ya se podía empezar a hacer el horno. Primero se colocaba en el suelo del horno una capa de grava  y se cubría con ceniza o con jirle (excremento de las ovejas). Esta capa cumplía una doble función: por una parte facilitaba el asentamiento de las baldosas encima y, por otra, se componía de materiales que mantendrían el calor una vez puesto el horno en funcionamiento.

A continuación, se colocaba la primera hilera de adobes, procurando que quedasen en un círculo lo más perfecto posible. Después se iban poniendo filas de adobes sucesivas intentando que cada una de ellas fuera ligeramente inferior a la anterior para ir dando al horno la forma de bóveda o media naranja. Esto se conseguía asentando los adobes un poco adelantados sobre la fila de abajo. La colocación de las últimas hileras era muy difícil y se acababa poniendo un único adobe en vertical para cerrar la cúpula. A veces, si no se tenía gran pericia, acababan por caer al suelo todos los adobes. De ahí viene el dicho popular de “tente mientras cobro”, pues, según se contaba antaño, una familia contrató a un maestro de obras y a sus dos ayudantes para que hicieran un horno en su casa y, al acabarlo, como ya empezaba a amenazar con caerse al suelo, el maestro pidió a sus ayudantes que se metieran dentro y sujetasen las paredes con las costillas mientras que él iba a intentar cobrar a escape para tomar las de Villadiego antes de que se hundiera.

Colocados todos los adobes, se habían de recubrir con una buena capa de lodo tanto por dentro como por fuera para que no se desprendieran.

 

Los hornos se construían generalmente con la boca o entrada en la pared de la cocina, por encima del hogar en el que se encendía la lumbre, y la bóveda quedaba dentro de la cuadra del ganado. De esta forma también los animales aprovechaban el calor que desprendía el horno el día que el ama de la casa hacía la hornada de pan, que solía ser cada semana o cada quince días.

La boca del horno era una simple abertura rectangular, cuyo marco se hacía con cuatro piedras areniscas rectangulares. Cuando se estaba cociendo el pan, se cerraba la boca del horno con una plancha metálica para guardar mejor el calor. Previamente se recogían las ascuas con el argunero, amontonándolas a un lado del horno, y se mantenía un poco de lumbrera encima (támaras pequeñas que hicieran llama) para que las hogazas de pan se dorasen.

Hasta los años cincuenta del pasado siglo, había horno de pan en muchas casas.

 

 


 

Hacer adobes:

 

Los adobes se hacían después de acabar de eras y antes de que llegara el invierno, para que pudieran secarse bien.

Los adobes se hacían en la "dobera", que así se conocía y estaba situada en el camino del apeadero.

Allí se recogía la tierra en un montón y se hacía un pozo en el centro donde se echaba el agua necesaria para hacer la masa. Para que ésta compactara se le ponía paja molida —a poder ser de centeno— y se amasaba bien con los pies hasta que estaba a punto para moldear.

El molde era de madera y se llamaba adobera. Era una especie de cajón alargado del que sobresalían un poco las tablas de dos lados para poder levantar la adobera y que saldría bien el adobe. Tenía aproximadamente unas medidas de 20 x 15 x 10 cm. También había adoberas en las que se hacían varios adobes más pequeños de una sola vez.

Para moldear se cogía la adobera y se la mojaba para que no se pegara la masa. Esta operación había que repetirla cada vez que se llenaba la adobera de barro. Y para que el adobe saldría bien de la adobera, era necesario apretar con los puños por las cuatro esquinas.

Según se iban sacando los adobes de la adobera, se iban tendiendo al sol para que se secaran. Se dejaban unos días y se les daba la vuelta para que se secaran también por el otro lado. Una vez secos, se apilaban y, si no se iban a emplear inmediatamente, se ponía barda o unos haces de sarmientos encima para que no los estropearía el aire o la lluvia.

En Bercianos se empleaba el adobe para todo tipo de construcción: casas, corrales, etc.

 


 

Cortar leña en el monte:

 

Para propiciar la repoblación forestal, cada año se cortaba leña en una parte determinada, dejando que crecieran los árboles o matorrales en las otras.

Para determinar dónde se cortaría la leña aquel año, acudían al monte los representantes del Ayuntamiento y decidían el lugar apropiado.

Los vecinos se apuntaban en el Ayuntamiento, para saber el número de morenas que había que preparar cada año. Esto es, al monte acudían todos los vecinos que quisieran leña para el invierno. Los hombres cortaban la leña y las mujeres atropaban y hacían montones, tantos como pedidos hubiera.

La leña se cortaba con hacha, primero y con motosierra los últimos años.

 

La leña cortada se transportaba en carros ó remolques hasta el pueblo y cada cual la guardaba donde podía: unos en las tenadas y otros en algún lugar cercano a la vivienda.

Esta práctica, ya ha desaparecido, actualmente a cada vecino le adjudican una porción de monte y él solo se encarga de cortarlo y recogerlo.

 


 

Hacer jabón:

 

 

 

 

 


 

Tocar las campanas: