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día la costra superficial del terreno. En los primeros días de marzo se inicia, generalmente, la labor de alzada, roturando la tierra que conserva el rastrojo de la cosecha anterior.
Las lluvias de primavera empapan el terreno que ha sido segado, y, regida la humedad de estas lluvias, la segunda arada sirve para remover las tierras e impedir la evaporación.
Para tales labores ya no se usa el arado romano o celtibérico, recluido casi a un objeto de museo en el cobertizo del corral, sino ot ros más modernos de rejas y vertederas que penetran y voltean la tierra.
El carro es el elemento básico para las actividades agrícolas. El usado en la comarca tiene, como el de Castilla, ruedas grandes reforzadas con aro metálico, caja rectangular con vigas sin ensanche y barandillas laterales de un metro de altura que se pueden agrandar con los "picos" o el armazón de mallas. Se adapta el yugo para el par de mulas o de vacas, aunque para las primeras se suele usar la "lanza" con el "atalaje" flexible que le permite movimientos más sueltos y mejor reparto de la fuerza impulsiva.
Los demás instrumentos de labranza son también los empleados en Tierra de Campos, con variantes de poca significación que no merece la pena reseñar.
4. Estructura de la propiedad
La extensión de las tierras de cultivo es relativamente grande, sobre todo después de las roturaciones hechas en el monte y en la cañada (2.584 Ha.); pero el rendimiento es escaso, motivado, de una parte, por la pobreza general del suelo y, de otra, por la parcelación excesiva de los terrenos: se malgastan muchas horas en los desplazamientos obligados para su cultivo y se pierde terreno inútilmente con los numerosos linderos y caminos que separan o ponen en comunicación las fincas. Es una estructura ciertamente anticuada que obstaculiza la introducción de los tractores, pues les obliga a gastar demasiadas energías sin provecho, constreñidos muchas veces
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