E U F R A S I O R O D R I G U E Z M E N C I A

7.    Vestigios de la vida comunal agraria

Caro Baroja, en el estudio de la región, hace referencia a los autores clásicos que hablan de la existencia de un colectivismo agrario en la zona limítrofe de la Meseta, a cuyo emplazamiento responde la comarca del Páramo que ocupa nuestro trabajo 12. De los vacceos se sabe con seguridad su régimen colectivista agrario, y es muy probable que llegaran a poblar estas tierras del oeste y sur de la provincia leonesa.

La repoblación efectuada tras la Reconquista y las vicisitudes por las que ha atravesado posteriormente el pueblo han perpetuado ciertas formas de vida comunal agraria que permanecen en vigor hasta nuestros días.

A la llegada de los primeros colonos se hizo el reparto de tierras cultivables, pero sólo una extensión reducida, la más productiva y mejor situada, formó parte de estos lotes: las demás tierras, junto con las zonas de pasto y monte, quedaran sin roturar para aprovechamiento en común de los ganados que poseían.

Cuando el aumento de la población forzó las sucesivas roturaciones del campo, las tierras se repartieron en lotes iguales, sorteadas entre todos los vecinos. Unos repartos se hicieron de por vida y otros por un número determinado de años: son las vitas, suertes, quiñones, de los que tratamos al hablar de las roturaciones y tierras comunales. Además, las tierras heredadas que pertenecen en propiedad exclusiva a sus dueños sólo permanecen cerradas al aprovechamiento de los ganados ajenos hasta la recolección de los cereales: recogida del campo la mies, los rastrojas, y durante todo el año las tierras de barbecho, son pasto libre de las ovejas y demás ganados del pueblo. Circulan libremente los rebaños y las vacadas incluso por las viñas, una vez que se ha recogido la uva.

Son también de aprovechamiento comunal los prados de los valles, salvo en la época de primavera hasta la siega de la hierba. Las mismas eras que se utilizan para la trilla pertenecen al municipio

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