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Evolución histórica
La colonia no debió ser numerosa en los primeros tiempos. En las tierras del término municipal hubo otras pequeñas villas, como la ya citada de Ratel o la de Lacuna (donada a Sahagún en el año 988), que desaparecieron sin dejar rastro o fueron absorbidas por el núcleo más importante, Bercianos del Camino.
Transcurrían los años en medio de una vida laboriosa y tranquila, amparados en la protección del abad, a quien vivían subordinados en calidad de colonos del monasterio.
Esta paz fue turbada cuando llegaron los tiempos difíciles del reinado de Doña Urraca y de las intromisiones en León de su esposo, Alfonso I el Batallador.
En el año 1111, según cuentan los cronistas del monasterio, se sublevaron los burgueses de Sahagún contra los monjes, ayudados por los soldados de Aragón. Después de intentar el asalto al monasterio, se dedicaron al saqueo y destrucción de los pueblos cercanos, donde vivían los colonos fieles al abad.
El cronista describe indignado y con sentida emoción las escenas de crueldad que siguieron a la destrucción de la villa de Bercianos "Acometiron y quebrantaron, dice, la muy abastecida villa de Bercianos e destruyéronla con fuego, e fierro e la desficieron en cenizas. Todo lo robaron; e de los hombres algunos mataron, a otros quemaron, a otros con las mujeres e hijos traxeron captivos."
Poco después, pacificados los burgueses y alejados sus aliados de Aragón, el pueblo se reconstruye, vuelven los supervivientes y se inicia una nueva etapa de tranquilidad. Continúan los documentos de donaciones particulares al monasterio dentro del término de Bercianos, perpetuadas a lo largo de toda la Edad Media, que muestran la piedad de aquellas gentes y el favor de que gozaban los monjes en la comarca.
El pueblo, situado en el camino francés, veía pasar a los numerosos grupos de peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela. Existía en él una hospedería cuyo recuerdo se conserva todavía.
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